De la perseverancia de los santos

Capítulo 16

1. Aquellos a quienes Dios ha aceptado en el Amado, ha llamado eficazmente y ha santificado por Su Espíritu, y ha dado la preciosa fe de Sus elegidos, no pueden caer total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente perseverarán en este estado hasta el fin y serán salvos eternamente, en vista de que los dones y llamamientos de Dios son irrevocables (de ahí que Él todavía engendra y alimenta en ellos la fe, el arrepentimiento, el amor, el gozo, la esperanza y todas las virtudes del Espíritu para inmortalidad); (Jua. 10:28, 29; Fil. 1:6; 2 Tim. 2:19; 1 Jua. 2:19) aunque muchas tormentas e inundaciones se levanten contra ellos y los azoten, aun así, nunca podrán arrancarlos de ese fundamento y roca sobre el cual están sujetados firmemente por la fe, a pesar de que, por medio de la incredulidad y las tentaciones de Satanás, la visión perceptible de la luz y el amor de Dios puede que les sea nublada y oscurecida por un tiempo; (Sal. 89:31, 32; 1 Cor. 11:32) aun así, Él sigue siendo el mismo y ellos estarán seguros de que serán guardados por el poder de Dios para salvación, donde gozarán de su posesión adquirida, al estar ellos grabados en la palma de Sus manos, y sus nombres haber sido escritos en el libro de la vida desde toda la eternidad. (Mal. 3:6)

2. Esta perseverancia de los santos no depende de su propio libre albedrío, sino de la inmutabilidad del decreto de elección que fluye del amor libre e inmutable de Dios el Padre, sobre la base de la eficacia de los méritos y la intercesión de Jesucristo y la unión con Él, del juramento de Dios, de la morada de Su Espíritu y la simiente de Dios dentro de ellos, y de la naturaleza del Pacto de Gracia, de todo lo cual surgen también la certeza e infalibilidad de esta perseverancia. (Rom. 8:30; 9:11, 16; Rom. 5:9, 10; Jua. 14:19; Heb. 6:17, 18; 1 Jua. 3:9; Jer. 32:40)

3. Y aunque los santos -por medio de la tentación de Satanás y del mundo, la prevalencia de la corrupción que queda en ellos y el descuido de los medios para su preservación- caigan en pecados graves y por un tiempo permanezcan en estos -por lo cual incurren en el desagrado de Dios y contristan a Su Espíritu, llegan a tener sus virtudes y consuelos dañados, su corazón endurecido y su conciencia herida, lastiman y escandalizan a otros, y traen juicios temporales sobre sí mismos-, aun así, renovarán su arrepentimiento y serán preservados por medio de la fe en Cristo Jesús hasta el fin. (Mat. 26:70, 72, 74; Isa. 64:5, 9; Efe. 4:30; Sal. 51:10, 12; Sal. 32:3, 4; 2 Sam. 12:14; Luc. 22:32 y los vv. 61, 62)