1. El matrimonio debe ser entre un solo hombre y una sola mujer; no es lícito que hombre alguno tenga más de una esposa ni que mujer alguna tenga más de un esposo a la vez (Gén. 2:24; Mal. 2:15; Mat. 19:5, 6).
2. El matrimonio fue instituido para la ayuda mutua entre el esposo y la esposa, para la multiplicación del género humano con una descendencia legítima, y para la prevención de la impureza (Gén. 2:18; Gén. 1:28; 1 Cor. 7:2, 9).
3. Es lícito que se casen toda clase de personas que, en su sano juicio, puedan dar su consentimiento; sin embargo, es el deber de los cristianos casarse en el Señor, y, por lo tanto, los que profesan la religión verdadera no deberían casarse con incrédulos ni con idólatras; ni deberían estar en yugo desigual los que son piadosos casándose con los que son malvados en sus vidas o sostienen herejías destructoras (Heb. 13:4; 1 Tim. 4:3; 1 Cor. 7:39; Neh. 13:25-27).
4. El matrimonio no debe contraerse dentro de los grados de consanguinidad o afinidad prohibidos en la Palabra; ni puede ser legalizado jamás tal matrimonio incestuoso por ninguna ley humana ni por el consentimiento de las partes para que esas personas vivan juntas como marido y mujer (Lev. 18; Mar. 6:18; 1 Cor. 5:1).